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LAS GUERRAS IRMANDIÑAS (CAUSAS Y EVOLUCIÓN)


AS GUERRAS IRMANDIÑAS (CAUSAS E EVOLUCIÓN)

La Gran Guerra Irmanfiña fue una revuelta social que tuvo lugar en Galicia entre 1467 y 1469 y fue posiblemente la mayor revuelta europea de todo el siglo XV. Comenzó en primavera de 1467 en Galicia, en una situación de conflicto social y político. La Santa Hermandad, surgida y justificada por tal situación, se tomó en una revuelta como reacción a un sentimiento acumulado de agravio por los males y daños que el pueblo recibia de los nobles de las fortalezas.


Podemos dar a entender por las fechas que una de las causas que dio a comenzar la guerra fue la plaga de la peste ya que aumentaba una caída de rentas a la nobleza, aunque también por el númeroso número de muertos tanto noble como clérigos.
Otra de las causas fue el empeño de la hermandad en demoler los refugios donde we encontraban los campesinos para no recibir ningún daño.
La crisis política fue otro de los detonantes de esta guerra ya que el rei necesitaba ayuda de otros reinos para detener a los nobles que les plantaba cara.
Otro de los detonantes fue el conflicto entre Enrique y Alfonso en el que los nobles estaban esparcidos tanto en el bando del rei como el del oponente, mientras que los clérigos, la gran mayoría, estaba a favor del rei.
Mientras en Galicia ocurría eso en los territorios como Guipúzcoa empezaron a crear sus propias hermandades sobre los años 1456 y 1460.
Para concluir con las causas de esta guerra otro de los detonadores fueron las influencias de las distintas hermandades que se encontraban en otros territorios. Haciendo avivar más las llama de esta guerra.

La revuelta estaba encabezada por figuras relevantes, incluidos caballeros e hidalgos, mismo parte de la aristocracia urbana. Entre ellos destacaron desde lo principio Afonso de Lanzós, que luchó en la zona de Betanzos y en el obispado de Mondoñedo, Pedro Osorio en el área de Compostela, y Diego de Lemos, en el sur de Lugo y en Orense, y Lopo Marino de Lobeira. Como fecha simbólica, el 25 de abril de 1467 fue arrasada la primera fortificación, el Castillo Ramiro, cerca de Orense. La sorpresa del ataque fue decisiva en el triunfo irmandiño, así como el total abandono de los vasallos a los señores y, por tanto la falta de apoyo de estos para defenderse, volviéndose vanas las tentativas de la nobleza por resistir. Así, Lope García de Betanzos declara "pues toda lana gente de él te lo dice reino andaba en favor de lana te la dice hermandad y hera contra ellos y ellos en el tenían favor ninguno, porque sus mismos basallos eran contra sus señores...".


La importancia de la fuga de Lemos es recogida también por los cronistas: "En corto tiempo los gallegos en el sólo arrancaron de lanas selvas a los facinerosos y los arrastraron al patíbulo, sino que se apoderaron de fortalezas tenidas por inexpugnables, y al conde de Lemos, él más poderoso de los Grandes de lana provincia, obligáronlo a huir y lee persiguieron asta él exterminio".


La victoria irmandiña fue rápida y completa. Los autores más próximos la estos acontecimientos relatan la lista de castillos, fortificaciones, simples torres o casas fuertes que fueron total o parcialmente derribadas. Su número, segundo calcula Lojo Piñeiro, puede llegar a 169.​ Se desconocen cuantas fortificaciones fueron entregadas pacíficamente a la Hermandad y cuantas debieron ser tomadas por la fuerza. En las declaraciones del pleito Tabera - Fonseca se indica que los irmandiños arrasaron mismo fortificaciones de caballeros participantes o simpatizantes de la Hermandad, y no solo fortificaciones de los señores, sino también casas-fuertes de fidalgos.
ES importante mencionar que, algunos meses antes de este reconocimiento y referéndum dado a las Hermandades, Enrique IV había tenido que requerir la reconducción de algunas actuaciones de las Hermandades contrarias a los intereses de la corona. Así, el 25 de abril pidió la devolución a Teresa de Zúñiga, condesa de Santa Marta, a su hijo, el conde Bernaldino Sarmiento y la Juan de Zúñiga, vizconde de Monterrey, de "qualesquier tierras y vasallos y fortalesas que lees tengades tomadas...". Del mismo modo, el 19 de junio exigió que devolvieran la villa y castillo de Monterrey a Pedro de Estúñiga, que primeramente le había sido arrebatada por su hermano Juan de Estúñiga, y a este más tarde por la Hermandad. Por eso ordenó a la Hermandad.


El interclasismo del seno de la Hermandad (nobleza alta y baja, clero, burgueses y campesinos) no permitió posiblemente mantener su unidad después del triunfo. En 1469 las diferencias entre los miembros de las diferentes juntas, entre algunas de ellas y entre los diversos grupos sociales integrados en ellas, se tradujeron en claras confrontaciones. En todo caso, el desenlace final de la revuelta irmandiña fue debido principalmente a circunstancias externas a Galicia. Básicamente influyeron dos hechos que tuvieron lugar en la segunda mitad de 1468: el fallecimiento del infante Alfonso, y la reconciliación de Enrique IV con la nobleza opositora mediante el pacto de los toros de Guisayo, por el que Enrique reconocía como heredera del trono a su hermana Isabel Castilla.

El ejército de Fonseca, Pimentel y Soutomaior, con un total de trescientas lanzas, entre castellanos, portugueses y gallegos, venció en la batalla de Balmalige (lugar aún indeterminado que aparece en la documentación del Pleito Tabero- Fonsrca) posiblemente en el entorno del monte Almáciga a diez mil irmandiños comandos por Pedro Osorio. Esta victoria resultó al cabo decisiva, pues dos meses más tarde, en julio de 1469, la ciudad de Santiago se vio obligada a abrir las puertas al arzobispo "y después se conçertara con lana te la dice ciudad y lees juró sus costumbres y prebillegios de se los guardar y se lee había entregado lana te la dice ciudad".

El conde de Lemos regresaba también a Galicia por El Bierzo , resistiendo a los irmandiños, capitaneados por el fidalgo berciense Álvaro Sánchez (al que después mandó matar con una saeta) y a las gentes de Álvaro Pérez Osorio, conde de Trastámara y ahora marqués de Astorgs, que había apoyado la sublevación. Con el conde de Lemos parece que retornaron también Pedro Pardo de Cela, con Pedro Miranda, Pedro Bolaño y otros como Alonso López de Lemos, padre de Diego de Lemos. Los primeros, al parecer, atacaron los núcleos irmandiños de Lugo y su comarca; el último, por su parte, lo hizo contra los que ocupaban las tierra de Lemos, a los que parece que venció en la parroquia de Vilamelle, junto a Ferreira de Panton, apoderándose de la villa de Monforte.

Sin embargo, los éxitos en campo abierto de la caballería feudal no existieron en el caso de las ciudades amuralladas, lo que obligó a los señores más importantes a pactar, ayudados después por algunos irmandiños, sin solución de continuidad, a combatir a los nuevos enemigos compartidos. Primero pactó el arzobispo Fonseca con Santiago de Compostela , Pontevedra y demás villas de la Terra de Santiago, y después el conde de Lemos con Orense y Allariz (contra el conde de Benavente).

El pacto de Fonseca con las ciudades irmandiñas de la Terra de Santiago es hecho sobre la base de que Fonseca respetara los usos y costumbres urbanas y el acuerdo de no reedificar las fortificaciones que le habían sido derribadas, lo que se reflejó más de medio siglo después en el pleito Tabera- Fonseca .

Aún durante los años 1470 y 1471 resistían las ciudades de A Coruña, Pontedeune, Vivero, Ribadavia, Lugo y Mondoñedo. En cualquier caso, en poco tiempo la mayor parte de la Hermandad fue derrotada, recuperando los grandes señores gallegos el control de sus antiguos dominios.


La información fue recaudada en :

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Gran_Guerra_Irmandi%C3%B1a

https://www.researchgate.net/publication/28131364_Lo_que_sabemos_de_los_Irmandinos

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